El Chajá es un ave zancuda del sur de Sudamérica, en especial de Argentina. Su cuerpo de regular tamaño, está recubierto por plumas de color gris plomizo. En su cuello una línea de plumas negras forma un collar, y dos manchas blancas se destacan en el dorso. Sus alas están provistas de espolones, y luce un copete en la nuca. Habita en lugares húmedos, pantanosos o en las orillas de ríos o arroyos. Entra al agua, pero no sabe nadar. Sólo se los caza vivos y en pareja, pues si así no se hiciera, el animalito moriría al ser separado de su compañero. Es tal el cariño que se profesan entre sí los que forman cada pareja, que si uno se enferma, el otro no se aparta de su lado y trata de auxiliarlo en todo momento con mucho cariño. Si llega a morir, no es extraño que al poco tiempo muera el otro también. Construyen el nido ayudándose los dos, y cuando llega el momento de empollar, lo hacen también los dos alternativamente. Una vez nacidos los polluelos, ambos se encargan de ellos: la hembra los cuida y el macho les proporciona alimento y los defiende. Es un ave vigilante, y a la menor señal de peligro, levanta el vuelo y grita: "Chajá!" o "Yahá". De este grito se ha tomado el nombre con que la distinguimos. Vuela a gran altura describiendo círculos y puede mantenerse mucho tiempo en el aire. Persigue a las aves de rapiña, siendo por ello una excelente guardiana de gallineros y rebaños, reemplazando muchas veces al perro. Se domestica con facilidad, llegando a reconocer a su amo y a las personas de la casa. El hombre no la persigue para comer, pues su carne no es comestible. Al cocinarla se transforma, en su mayor parte, en espuma. De aquí el dicho "Pura espuma como el chajá".
martes, 31 de marzo de 2009
miércoles, 25 de marzo de 2009
jinete sin cabeza
La leyenda del jinete sin cabeza tiene un punto de partida portentoso, de tintes draculianos. Está ambientada en 1799, y si bien arranca en Nueva York, los vientos, las brumas y los cielos ominosos de Sleepy Hollow, a muchas millas de la Gran Manzana, ganan prontamente el centro de la escena. El detective Ichabod Crane (Johnny Depp) se interna en esa oscuridad –tan semejante a la de Transilvania– tras los pasos de un asesino serial que tiene en vilo a los lugareños. El patrón de la masacre es espeluznante: todos los cadáveres están descabezados. Los locales están convencidos de que un jinete legendario, que murió decapitado, es el autor de los crímenes. Lejos de amenguar con la llegada del policía, el raid sangriento se incrementa. Y el jinete sin cabeza empieza a ostentar su temeraria efigie por las cercanías.
Alguien dijo que el que escribe un gran poema es un gran poeta, y ha de ser así. Tim Burton es un gran director. Ahí está Ed Wood y, por si fuera poco, Marcianos al ataque. Pero también es un director muy desparejo. Acá tropieza con toda clase de problemas, la mayor parte de los cuales podrían considerarse "típicamente hollywoodianos". El primero, el más constante, es que el perfil de Ichabod Crane no comulga ni de carambola con el tono de la trama. Esta es mayormente grave, a la altura de las horrendas muertes referidas con antelación. La actuación de Depp, en cambio, parece concebida para otro film, seguramente una comedia, y es de una ligereza tal que resulta imposible tomárselo en serio. Por supuesto que no es casualidad. Burton lo quiso así, acaso para contrapesar los tramos más truculentos. Pero la cosa no funciona. Y no sólo porque Depp hace al único gracioso, y por lo tanto desentona, sino porque todos o casi todos los chistes que lo rozan hacen vibrar la misma cuerda: su fragilidad. Verlo asustadizo como un pollo puede ser cómico la primera vez, jamás la décima. Y esto sepulta de antemano la posibilidad de acompañarlo después, mucho después, cuando la mano de Burton lo coloque nuevamente en el lugar que ocupaba al comienzo: el de un hombre cabal decidido a cumplir con su tarea.
Por supuesto que el humor puede ser incluido, y bienvenido, en una historia de terror (¡vean La momia si no!). Este mismo film ofrece un buen ejemplo: el detective Crane se considera un "hombre de ciencia" –adhiere al racionalismo por momentos con impertinencia– y recurre a los más absurdos adminículos para llevar a cabo sus diligencias forenses. Pero una cosa es ver a un detective examinando un cadáver con un monóculo payasesco, y otra verlo como un payaso a él. Este Ichabod Crane es el peor que podía tocarle a La leyenda del jinete sin cabeza; degrada su condición terrorífica sin elevarla como comedia. Algo parecido sucede con los rasgos más concretos de este "horror": ruedan tantas cabezas que, al rato de andar, producen el efecto del pastor que gritaba falsamente la presencia del lobo. Nadie se la cree.
Hay muchos otros ingredientes en Sleepy Hollow (tal su nombre original) y ninguno, hecha excepción de la escenografía, los efectos especiales y la fotografía (¡esto hay que decirlo!), da en el blanco. Ahí está Christina Ricci, ese "símbolo del tercer milenio"... haciendo la doncella dieciochesca. ¡Qué afectada! Si hasta parece una colegiala recitando de memoria a Shakespeare para una fecha patria. Y no le han dado un papel menor sino el de Katrina Van Tassel, hija del hombre más acaudalado de la zona y festejante, o algo así, del detective neoyorquino. Algunos críticos quisieron ver en el contrapunto entre el "cientificismo" del protagonista y el "espiritismo" que ronda al jinete y su leyenda un hallazgo sublime, pero mejor sería llamar a las cosas por su nombre. El contrapunto es de lo más raquítico: de un lado el payasesco apego por la ciencia del personaje de Depp; del otro, una saga criminal-fantástica recostada largamente en los efectos especiales y absolutamente hermética. Es decir, insustancial.
Esto nos lleva al desafío fundamental que enfrentaron Burton y su guionista al acometer la novela de Washington Irving. A diferencia del conde Drácula (entre otros), el jinete sin cabeza está floja o nulamente inserto en la memoria colectiva. Además de nutrirse del mito del decapitado-decapitador, el film, de alguna manera, tenía que fundarlo. Y esto es difícil, claro. Pero no imposible. Pienso en la estupenda Vampiros, de John Carpenter, que tenía a un mito poderoso, y muy famoso, en el que recostarse. A diferencia de La leyenda del jinete sin cabeza, Vampiros podría haber sido una buena película sin necesidad de fundar o refundar nada. Pero Carpenter fue mucho más allá. Combinó las populares leyes que rigen desde siempre a los muertos vivos con otras de su propia cosecha, de una potencia y una coherencia arrasadoras. ¡Cuánta distancia!
La última –en todo sentido– clave de La leyenda... es una verborragia que hoy en día pocas, muy pocas películas se permiten. No hay un solo dato importante de la trama que no surja de engorrosas chácharas "orientadas" al espectador (sólo faltó que los personajes mirasen a cámara). Cada nuevo avance en las investigaciones de Ichabod Crane está presidido por copiosas explicaciones de esas que, más que aclarar, oscurecen, manifestando la profunda incapacidad del guión para generar las imágenes que hubieran debido reemplazar a las palabras
Alguien dijo que el que escribe un gran poema es un gran poeta, y ha de ser así. Tim Burton es un gran director. Ahí está Ed Wood y, por si fuera poco, Marcianos al ataque. Pero también es un director muy desparejo. Acá tropieza con toda clase de problemas, la mayor parte de los cuales podrían considerarse "típicamente hollywoodianos". El primero, el más constante, es que el perfil de Ichabod Crane no comulga ni de carambola con el tono de la trama. Esta es mayormente grave, a la altura de las horrendas muertes referidas con antelación. La actuación de Depp, en cambio, parece concebida para otro film, seguramente una comedia, y es de una ligereza tal que resulta imposible tomárselo en serio. Por supuesto que no es casualidad. Burton lo quiso así, acaso para contrapesar los tramos más truculentos. Pero la cosa no funciona. Y no sólo porque Depp hace al único gracioso, y por lo tanto desentona, sino porque todos o casi todos los chistes que lo rozan hacen vibrar la misma cuerda: su fragilidad. Verlo asustadizo como un pollo puede ser cómico la primera vez, jamás la décima. Y esto sepulta de antemano la posibilidad de acompañarlo después, mucho después, cuando la mano de Burton lo coloque nuevamente en el lugar que ocupaba al comienzo: el de un hombre cabal decidido a cumplir con su tarea.
Por supuesto que el humor puede ser incluido, y bienvenido, en una historia de terror (¡vean La momia si no!). Este mismo film ofrece un buen ejemplo: el detective Crane se considera un "hombre de ciencia" –adhiere al racionalismo por momentos con impertinencia– y recurre a los más absurdos adminículos para llevar a cabo sus diligencias forenses. Pero una cosa es ver a un detective examinando un cadáver con un monóculo payasesco, y otra verlo como un payaso a él. Este Ichabod Crane es el peor que podía tocarle a La leyenda del jinete sin cabeza; degrada su condición terrorífica sin elevarla como comedia. Algo parecido sucede con los rasgos más concretos de este "horror": ruedan tantas cabezas que, al rato de andar, producen el efecto del pastor que gritaba falsamente la presencia del lobo. Nadie se la cree.
Hay muchos otros ingredientes en Sleepy Hollow (tal su nombre original) y ninguno, hecha excepción de la escenografía, los efectos especiales y la fotografía (¡esto hay que decirlo!), da en el blanco. Ahí está Christina Ricci, ese "símbolo del tercer milenio"... haciendo la doncella dieciochesca. ¡Qué afectada! Si hasta parece una colegiala recitando de memoria a Shakespeare para una fecha patria. Y no le han dado un papel menor sino el de Katrina Van Tassel, hija del hombre más acaudalado de la zona y festejante, o algo así, del detective neoyorquino. Algunos críticos quisieron ver en el contrapunto entre el "cientificismo" del protagonista y el "espiritismo" que ronda al jinete y su leyenda un hallazgo sublime, pero mejor sería llamar a las cosas por su nombre. El contrapunto es de lo más raquítico: de un lado el payasesco apego por la ciencia del personaje de Depp; del otro, una saga criminal-fantástica recostada largamente en los efectos especiales y absolutamente hermética. Es decir, insustancial.
Esto nos lleva al desafío fundamental que enfrentaron Burton y su guionista al acometer la novela de Washington Irving. A diferencia del conde Drácula (entre otros), el jinete sin cabeza está floja o nulamente inserto en la memoria colectiva. Además de nutrirse del mito del decapitado-decapitador, el film, de alguna manera, tenía que fundarlo. Y esto es difícil, claro. Pero no imposible. Pienso en la estupenda Vampiros, de John Carpenter, que tenía a un mito poderoso, y muy famoso, en el que recostarse. A diferencia de La leyenda del jinete sin cabeza, Vampiros podría haber sido una buena película sin necesidad de fundar o refundar nada. Pero Carpenter fue mucho más allá. Combinó las populares leyes que rigen desde siempre a los muertos vivos con otras de su propia cosecha, de una potencia y una coherencia arrasadoras. ¡Cuánta distancia!
La última –en todo sentido– clave de La leyenda... es una verborragia que hoy en día pocas, muy pocas películas se permiten. No hay un solo dato importante de la trama que no surja de engorrosas chácharas "orientadas" al espectador (sólo faltó que los personajes mirasen a cámara). Cada nuevo avance en las investigaciones de Ichabod Crane está presidido por copiosas explicaciones de esas que, más que aclarar, oscurecen, manifestando la profunda incapacidad del guión para generar las imágenes que hubieran debido reemplazar a las palabras
la candileja
La Candileja es una bola ígnea de tres hachones o luminarias, con brazos como tentáculos chisporroteantes de un rojo candela, que produce ruido de tiestos rotos.Es admirable ver cómo persigue a los borrachos, a los infieles y a los padres irresponsables y blandengues. A los viajeros que transitan en horas avanzadas de la noche, por asustarlos, les cae sobre el anca o el cuello de la bestia y algunas veces se aparece chorreando sangre.
La LeyendaNuestros progenitores decían que hace muchísimos años había una anciana que tenia dos nietos a quienes consentía demasiado, tolerándoles hasta las más extrañas ocurrencias, groserías y desenfrenos, Las infantiles ocurrencias llegaron hasta exigirle a la viejita que hiciera el papel de bestia de carga para ensillarla y luego motarla entre los dos; la abuela accedió en el acto para felicidad de sus dos nietos, quienes anduvieron por toda la casa como sobre el más, manso cuadrúpedo. Cuando murió la anciana, San Pedro la recriminó por la falta de rigidez en la educación de sus dos pimpollos y la condenó a purgar sus penas en este mundo entre tres llamaradas de candela, que significan: el cuerpo de la anciana y el de los dos nietos.Los abuelos y tatarabuelos, en los hogares de familia numerosa puede que para escarmiento o como lección moral a sus hijos, repetían esta leyenda con frecuencia, que era el embeleso de las personas mayores y el temor de los pequeños.Algunos campesinos han llegado a confundir su luz con la de las guacas, aunque los bien conocedores dicen que la luz de la Candileja es roja, mientras que la de las guacas es de un amarillo opalino con tintes pronunciados de azul añil.
maria la larga
María la larga Es un mito femenino que se conoce en Antioquia y el Viejo Caldas, generalmente en las zonas urbanas. Se trata de una deidad femenina que aparece en las horas de la madrugada, con pies muy altos y brazos descomunales; con el andar en balanceo como el viento. María la larga atrae a los nocherniegos con insinuaciones femeninas; la han visto de noche como una bellísima mujer con miradas insinuantes y sensuales. Cuando la persiguen los hombres, María la larga acelera el paso y así con gran premura sigue el camino hacia el cementerio del pueblo. Cuando el galán se acerca mucho y está listo para abrazarla, María se alarga y se alarga hasta el infinito, infundiendo gran espanto. El mito de María la larga es contado por las gentes de los pueblos, de acuerdo con sus lugares, calles, casas y ubicación del templo y del cementerio; y en la misma forma, con el anecdotario propio de nuestros pueblos que hacen de los mitos una tradición que se transmite de generación en generación. mo una vieja setentona, vestida de negro y con una mantilla verde, que camina con paso menudo y rápido. Es un fantasma dc sacristías, sótanos y callejuelas. Las gentes creen que su visita es presagio de muerte; y cuando en una casa ven a la viudita es señal de que algo grave va a pasar. En Pasto según las referencias del historiador Sergio Elías Ortíz en su estudio “Consejos y creencias de tipo folclórico de la región de Pasto”, la Viuda tenía el papel de conducir a los borrachos que encuentra en sus paseos nocturnos hasta el cementerio de la localidad y dejarlos allí muertos de miedo; en otros casos se contenta con asustarlos. Era una mujer muy bien emperifollada, que hacía mucho ruido con las enaguas. Cuando se ve de cerca a la Viudita, la cara es una calavera que arroja fuego por las órbitas huecas y la boca desdentada’8. La Viudita como María la larga es un mito pueblerino que tiene un anecdotario propio de acuerdo con las regiones y las tradiciones de los pueblos.
Nombre dado en el Huila a las diversas manifestaciones del diablo. Siempre es mentado en la mayoría de familias, dándole diferentes nombres. Cuando se requiere asustar a un niño para que no se ausente de su casa se le dice: "si te vas, te llevara el mandingas", para que se porte juicioso se le dice "Se lo va a llevar el Coco". Después cuando se está más grande y se porta mal, se le dice que es un "Demonio". A los adultos que se encuentran en mal económicamente o muy enfermos, se les dice que se los va a llevar "El Putas", "El diantre" o "El Patas".
"Muchos dicen que lo han visto tarde la noche, de a caballo a la manera de un potente hacendado fumándose un tabaco gigante. En otras ocasiones es un hombre buen mozo, simpático, atractivo y chistoso. En las casas de juego es el tahúr que nunca pierde y se las sabe todas. Con los codiciosos es el rico benefactor que les pinta halagadoras ganancias y a media noche les llena las arcas con pesadas bolsas de oro. Hace muchas obras y milagros, pero nunca deja de pedir algo en cambio."
"Muchos dicen que lo han visto tarde la noche, de a caballo a la manera de un potente hacendado fumándose un tabaco gigante. En otras ocasiones es un hombre buen mozo, simpático, atractivo y chistoso. En las casas de juego es el tahúr que nunca pierde y se las sabe todas. Con los codiciosos es el rico benefactor que les pinta halagadoras ganancias y a media noche les llena las arcas con pesadas bolsas de oro. Hace muchas obras y milagros, pero nunca deja de pedir algo en cambio."
el duende
Es un singular espanto que camina con los pies volteados emitiendo un chillido aterrador. Se dedica a fastidiar las familias de los campesinos hasta que los desespera y los hace emigrar hacia las ciudades.
La mayoría de veces se dedican a cambiar las cosas de su lugar o esconderlas. El duende habita en cuevas ubicadas en barrancos, en donde acostumbra esconder a los niños para hacerles comer excremento de caballo o enloquecerlos.
Por las noches se dedica a tirar piedras a los techos de la casas, a perseguir a las muchachas en edad de tener novio, a hacerle trenzas a los caballo o a tocar guitarra. Precisamente una de las maneras de ahuyentarlo es colocándole una guitarra destemplada a media noche y así dejará en paz a la familia.
Dice la Leyenda que el duende es un ángel expulsado del cielo debido a su envidia hacia Dios, y fue condenado a vagar por los campos asustando a las personas. Cuentan que "a las jovencitas que tienen novio y cuando éste está de visita, las fastidian con órdenes o secretos malignos al oído, que el pobre joven se indigna y termina por no volver a ver a su adorada. Si no esta presente el muchacho o pretendiente, las perturban en la casa con órdenes y consejos, hasta que las enajenan para que no se verifique el matrimonio. Durante el sueño, estos espíritus les ocasionan pesadillas, las llaman a un lugar conocido, hasta que las tornan sonámbulas. Así han encontrado varias vagando lejos de su residencia, que van o vienen por determinado sitio, sin darse cuenta ellas de tal acto. Hasta que alguno de la familia o conocido la encuentra en estado de subconciencia."
La mayoría de veces se dedican a cambiar las cosas de su lugar o esconderlas. El duende habita en cuevas ubicadas en barrancos, en donde acostumbra esconder a los niños para hacerles comer excremento de caballo o enloquecerlos.
Por las noches se dedica a tirar piedras a los techos de la casas, a perseguir a las muchachas en edad de tener novio, a hacerle trenzas a los caballo o a tocar guitarra. Precisamente una de las maneras de ahuyentarlo es colocándole una guitarra destemplada a media noche y así dejará en paz a la familia.
Dice la Leyenda que el duende es un ángel expulsado del cielo debido a su envidia hacia Dios, y fue condenado a vagar por los campos asustando a las personas. Cuentan que "a las jovencitas que tienen novio y cuando éste está de visita, las fastidian con órdenes o secretos malignos al oído, que el pobre joven se indigna y termina por no volver a ver a su adorada. Si no esta presente el muchacho o pretendiente, las perturban en la casa con órdenes y consejos, hasta que las enajenan para que no se verifique el matrimonio. Durante el sueño, estos espíritus les ocasionan pesadillas, las llaman a un lugar conocido, hasta que las tornan sonámbulas. Así han encontrado varias vagando lejos de su residencia, que van o vienen por determinado sitio, sin darse cuenta ellas de tal acto. Hasta que alguno de la familia o conocido la encuentra en estado de subconciencia."
la muelona
La Muelona se presenta siempre como una mujer muy hermosa, aunque provista de una enorme dentadura. Se dice que persigue a los hombres incautos, enamoradizos, en los caminos solitarios, mostrándose incitadora como una mujer normal y bonita. De esa forma caen en sus redes y son arrastrados por ella, maliciosamente, hasta un lugar más apartado donde los devora triturándolos con su fuerte dentadura.
Por otro lado, persigue a los enamorados, a los borrachos, a los contrabandistas o a quienes andan en malos pasos y a los que acostumbran viajar solos por los montes.Con su dentadura tritura todo lo que se le atraviese y su poder destructor es tremendo. Muchas veces en la espesura o en la oscuridad solitaria se escucha el macabro triturar de sus molares.
Por otro lado, persigue a los enamorados, a los borrachos, a los contrabandistas o a quienes andan en malos pasos y a los que acostumbran viajar solos por los montes.Con su dentadura tritura todo lo que se le atraviese y su poder destructor es tremendo. Muchas veces en la espesura o en la oscuridad solitaria se escucha el macabro triturar de sus molares.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)